Acabamos de batir un récord: este invierno parece casi un verano, al menos en varias zonas de la geografía peninsular. Si hace unos días aún teníamos la manta a mano para evitar quedarnos congelados, hoy ya estamos desempolvando las camisetas de manga corta.
Esta situación anima a la gente a pensar en la posibilidad de apuntarse a un gimnasio para hacer un poco de ejercicio y mostrar así una figura convenientemente atractiva en las sesiones de playa o en la piscina del pueblo. Por eso hoy queríamos comentar algunas cosas para aquellos sufridos héroes y heroínas que se lanzan a esta aventura con el mejor ánimo y disposición.
De entrada te recomendaríamos que eligieses un buen centro deportivo, porque la calidad también juega su papel a la hora de mover pesas y ponerse a sudar. La decisión es tuya, pero piensa siempre de forma coherente, no te dejes llevar por lo ajustado de la ropa del monitor o por las excelentes vistas que la sala de aeróbic proporciona.
Una vez apuntados tenemos que ser conscientes de un hecho: hay que ir. Muchos son los que se apuntan al gimnasio pero no acuden. Este es uno de los misterios más increíbles de la humanidad, y nos parece bastante curioso el que algunos gasten su dinero en pagar la matrícula y luego no la aprovechen. Si nos apuntamos al gimnasio es para darle caña a las calorías de más, no para seguir sentados en el sofá.
Es importante que compruebes si el gimnasio tiene informatizadas las rutinas o no. En muchos centros deportivos encontraremos pantallas táctiles que nos van a hacer la vida mucho más sencilla. Y como el software tpv es muy sencillo de manejar, saber qué rutinas nos tocan o qué máquinas hemos de usar es algo más que sencillo.
Tendrías que tener en cuenta una cuestión básica: además de lo que nos diga el tpv, hay que seguir los consejos del monitor, que para eso está. Ir a un gimnasio y explorar por uno mismo lo que se puede hacer en él no tiene demasiado sentido, la verdad. Además, esta forma de actuar es la más adecuada para hacernos una lesión dolorosa y duradera. Así que atiende a los consejos del profesional que supervisa la sala.
Y por último, pero no por ello menos importante, recuerda siempre la regla de oro del ejercicio, la famosa CAME: calentar, aeróbico, musculación y estirar. Si nos saltamos algún paso te podemos asegurar que al final tendremos algún problema en nuestro organismo, como un tirón, una rotura o una luxación. Y volver al sofá por culpa de una lesión inoportuna no es productivo, al menos para los que de verdad quieren hacer ejercicio.